Sofía, del CP Voramar, tiene clara su recomendación lectora.
Había una vez un reloj despertador que no sabía contar, pero lo que es
sonar, sabía sonar de maravilla. Un día lo echaron del escaparate de la
relojería, y al pobre reloj no le quedó más remedio que encontrar una
solución a su falta de precisión.
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