Una versión diferente y divertida de un clásico de la mano de Lucía Polo del CEIP Miralvalle.
En un país muy lejano vivía un rico comerciante con sus tres hijas. A la pequeña, Clementa, le encantaba trepar a los árboles, correr descalza y, sobre todo, estar en la cocina. Por eso sus hermanas empezaron a llamarla Cenicienta. Un día llegaron unas invitaciones de un baile que se iba a celebrar en palacio. A Cenicienta no le apetecía nada ir. Así que se quedó en la cocina con su amiga Cocinera y las demás criadas. De repente llegó Hada Madrina y Cenicienta le pidió que les hiciera trajes de fiesta y una carroza a las doncellas para que pudieran salir por ahí a divertirse. Luego hicieron una fiesta en la cocina. La fiesta estaba tan animada que empezó a llegar mucha gente y tuvieron que irse al jardín. Hasta los invitados al baile, el príncipe y los reyes fueron a la fiesta. Cenicienta se subió a un árbol y de repente vio a un niño muy triste. Era el Príncipe Encantado. Estaba triste porque nunca le dejaban trepar a los árboles, correr descalzo... Como sus gustos coincidían con los de Cenicienta, ésta le pidió a Hada Madrina que les hiciera un globo. Los dos se fueron juntos en el globo y fueron felices para siempre.
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